Estrenamos año y todos tenemos cierta sensación de estar estrenando una nueva oportunidad. Por eso, entre los propósitos más habituales están los que apuntan a la renovación tanto personal como del hogar. Ir al gimnasio, dejar de fumar o conseguir perder esos kilos de más son las metas que más a menudo nos fijamos, pero igual que queremos cambiar nuestro aspecto exterior también deseamos cambiar el de la casa en la que vivimos.
Normalmente, no es necesaria una reforma ni un cambio radical sino que con pequeñas mejoras podemos hacer que nuestra casa sea mejor, tenga una apariencia diferente y tenga ese cambio de aspecto que nos haga percibirla de una forma distinta y, seguramente, con una mayor dosis de emociones positivas.