Seguro que muchas veces os habéis fijado en algún bebé, quizás incluso vuestros propios hijos o los de familiares y conocidos, que no se separan de su mantita en ningún momento. Quien dice mantita también puede estar hablando de un peluche concreto, un pedazo de tela, una almohada o un sonajero estropeado, aunque es cierto que en este ranking las mantas infantiles barren al resto de objetos.
Quizás por tratarse de un regalo especial normalmente de familiares o amigos cercanos, por el olorque desprenden, porque les evoca a los momentos de tranquilidad. Aunque la elección de este objeto no puede preverse porque los niños escogen aquello que ellos quieren, es cierto que las mantitas suelen ser el bien más preciado para la mayoría de los pequeños.
Se trata de los objetos de apego o consuelo que muchos niños necesitan tener (y necesitar) entre los 8 y los 12 meses. Los llevan consigo porque les dan seguridad y consiguen cierta independencia apoyándose en ellos a medida que van creciendo.
A través de sus mantitas infantiles, los pequeños consiguen menguar las sensaciones de estrés y tristeza que les produce separarse de sus mamás o papás, de ahí que les ayude a ser menos dependientes.
Por eso vemos a muchos bebés abrazados, durmiendo, comiendo o paseando con sus mantas infantiles y sin soltarlas en ningún momento del día. No obstante, aun conociendo el porqué de esta unión manta-bebé los padres deben estar atentos para enfrentarse a la situación de separar al pequeño de su objeto de apego en algún momento.
Hay que respetar esta acción de los niños porque es síntoma de que están comenzando a desarrollar cierta faceta independiente pero también hay que encontrar el momento ideal para separarles de ese objeto de seguridad.
Por lo general, los bebés que desarrollan este apego para con un objeto suelen alargar esta relación hasta los 3 o 4 años, cuando empiezan a desprenderse de esa ‘dependencia’.
¿Cómo ayudarles en esa fase de ruptura con su objeto de apego? La única forma es llevar esa relación con normalidad y estar pendientes de que la mantita o muñeco estén limpios. Será el niño el que decida cuándo y cómo separarse y será cuando comience a sentirse seguro y tranquilo sin necesidad de tenerlo cerca. Sólo queda esperar y apoyar a los más pequeños en ese pequeño paso hacia la madurez infantil.