En un principio hablar de este tipo de mantelería puede evocar el recuerdo de esa vieja costumbre de manteles plastificados de cuadros u otros estampados clásicos con olor a estropajo húmedo. Sin embargo, con el paso de los años esta barata y funcional opción vuelve a aparecer con fuerza como un recurso útil y práctico en tiempos de crisis. Un catálogo mucho más amplio de diseños y composiciones, más allá del que se vende en rollos, le otorga otro valor pero sin perder sus características principales, proteger de golpes y rayones las mesas así como su sencillo mantenimiento.
Además, el mantel de hule representa la opción más práctica en esta época del año cuando las comidas se disfrutan al aire libre. Es así el recurso más habitual para barbacoas, paellas o un picnic. Momentos informales que se caracterizan por un alto número de comensales, lo que significa más manchas. Es por ello que un mantel de hule unido a otros recursos como cubiertos de plástico supone la mejor manera de lograr la mayor eficiencia y ahorro de energía en cuanto a limpieza y organización.
Diferentes tipos y composiciones
Los manteles de hule más comunes suelen estar realizados en poliéster y algodón resinado con teflón, un revestimiento típico que se usa también en ollas y sartenes. Según el modelo, varía la composición de algodón o poliéster, pero todos tienen en común los tratamientos especiales que hacen que sean impermeables y repelan cualquier mancha.
Una de las ventajas por tanto de esta clase de mantelería es el amplio abanico de posibilidades que existen sin dejar de lado elegantes diseños que los hacen pasar por manteles cotidianos. Existen hules, semi-hules¬ (de PVC con soporte de polipropileno), lino o satén resinados (tratados con doble capa de resinas acrílicas que mantienen la apariencia de esta tela), o incluso algodón resinado o plastificado.
Fácil limpieza
Otro de los grandes atributos del hule es su simple mantenimiento y durabilidad, lo que no repercute en su calidad o resistencia. Para limpiarlo tan sólo es necesario un trapo con jabón neutro para aplicar sobre las manchas, sin que pase mucho tiempo. Al no ser necesario lavarlo hay que considerar el ahorro de agua y detergente.
En caso de tener que pasar por la lavadora porque se ha manchado la parte trasera, única que se puede planchar, siempre tiene que ser con un programa delicado y no se debe centrifugar ya que puede provocar la pérdida de su tratamiento. Además, para que el hule se mantenga como el primer día, un truco recurrente es aplicar cada cierto tiempo una fina capa de crema de manos, así como un paño con vinagre para que el brillo persista.
En definitiva, entre su sencilla limpieza, sus posibilidades de uso y su precio más que razonable no existen mucho más motivos para considerar al mantel de hule como un invitado más en las comidas al aire libre durante este verano.
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